La Semana Vocacional -puede ser también “tiempo vocacional” si se programa para mayor extensión de tiempo- es un momento pastoral y pedagógico que tiene la intención de favorecer la reflexión sobre la vocación de forma integral. Es tiempo para ayudarnos a escuchar lo que Dios habla al corazón de cada persona. Sea en la dimensión de la vocación fundamental o la específica, todos somos interpelados por dios a dar una respuesta auténtica a su llamado. El invita a cada uno a discernir la vocación a ejemplo de María que, atenta al llamado de Dios, superó sus miedos y se convirtió en la primera discípula y misionera, y en modelo de virtudes vocacionales: valentía, sencillez, humildad, amor, osadía, obediencia, servicio, disponibilidad, gratuidad…
La respuesta al llamado de Dios lleva a las personas a dar un sentido verdadero a su existencia. Implica apertura al diálogo consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con la trascendencia. Y en ese diálogo tomar conciencia de sentido de la vida desde Dios y para los demás, para una misión. Un darse en el que se encuentra la felicidad. La vocación no es algo abstracto sino una respuesta que acontece en el aquí y ahora de la vida y de la historia. No se puede confundir con el ejercicio de una profesión, aun cuando ambas puedan estar interrelacionadas. La profesión es un medio que puede favorecer la realización de la vocación, y lo mejor fuese que esta profesión se escoja a partir de la conciencia vocacional personal, y de esta forma se torne en expresión viva de autorrealización, en el deseo de servir, en la misión y la promoción de la vida.